30 minutos de lectura obligada
En verano, donde los días se estiran para que los adultos tengamos un ocio satisfactorio y completo exigimos a nuestra descendencia esa misma satisfacción curricular de persona realizada. Exigiendo a nuestra prole 30 minutos de contenida y centrada lectura, el mínimo de urbanidad para una vida plena y no solo subyugada a la tecnología.
Para los adolescentes esos 30 minutos no tienen la trascendencia, que para mí como adulto yo le doy. Ellos viven el momento. Yo deposito mis frustraciones. Mis hijos que son tan diferentes entre ellos como el sol y la luna, toman posiciones, como veis diferentes, el pequeño lee libro impuesto por sus padres para el verano de entre los de su elección y a estas alturas más de seis meses después ya no recuerdo su titulo y lo que es mas, creo, que él tampoco se acordaria. Me gustaría preguntarle, pero está enfrascado con el Fornite y no se si mostraría interés por remorar.
El mayor lee y le gusta El Codigo Davinci, de la biblioteca de la casa de vacaciones, surtida sobre todo de los bestseller de los primeros años de siglo que la abuela Almudena fue dejando una vez leídos hasta que se la llevó la Parca… ahora sus cenizas descansan en la playa del Aguilar donde nos bañamos y su casa es la que nos cobija todo el verano.
En todo caso, creo que tenemos la esperanza de que un día cojan el libro por el placer de la lectura, vislumbramos cierta luz cuando suena el temporizador al final del periodo de lectura obligatoria y terminan la página y en el mejor de los casos el capítulo.
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